domingo, 24 de mayo de 2009

El numero de oro

El numero áureo o numero de oro, es un número difícil de imaginar pero que lleva conviviendo con nosotros desde la época griega ya que aparece en el arte y el diseño y se puede encontrar en la naturaleza. Se representa con la letra griega ; a veces también se le llama sección áurea, proporción áurea o razón áurea.

La sección áurea es la división de un segmento en dos partes, donde el segmento menor es al segmento mayor, como este es a la totalidad. De esta manera se establece una relación de tamaños con la misma proporcionalidad entre el todo dividido en mayor y menor. Esta proporción o forma de seleccionar proporcionalmente una línea se llama proporción áurea.


Aplicando esta proporción obtenemos la siguiente ecuación que tendremos que resolver


Una de las soluciones de esta ecuación (la solución positiva) es:

Lo sorprendente ahora es calcular el valor que se obtiene al dividir el segmento mayor entre el menor,


Es decir, la relación entre las dos partes en que dividimos el segmento es el número de oro.
Como ya he dicho antes, el número áureo lo encontramos en construcciones y en la naturaleza.

El ejemplo de arquitectura que más impresiona es el de La Gran Pirámide de Keops, donde el cociente entre la altura de uno de los tres triángulos que forman la pirámide y el lado es 2 .


En la naturaleza, aparece la proporción áurea también en el crecimiento de las plantas, las piñas, la distribución de las hojas en un tallo, dimensiones de insectos y pájaros y la formación de caracolas.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El eslabón perdido ha aparecido


Al fin los científicos han dado a conocer un fósil de más de 47 millones de años. Según la estructura ósea del esqueleto corresponde a una especie de mono que sería parte del eslabón perdido que faltaba en la evolución humana.

Se le ha dado el nombre de Ida, el fósil tiene aspecto de lémur, y muestra claramente que tiene pulgares oponibles, como los seres humanos y posee uñas en lugar de garras. El tamaño de las patas traseras del animal ofrecen evidencias de los cambios evolutivos que llevaron a los primates a ponerse de pie. Esto muestra como los humanos evolucionaron de los primates poniéndose de pie, y da más credibilidad a la teoría de la evolución de Darwin.

Este fósil fue encontrado por un equipo de cazadores aficionados en el 1983, pero no vieron su importancia, no fue hasta hace dos años que unos científicos de la universidad de Oslo lo compraron y lo estudiaron en secreto durante dos años, hasta que se ha decidido traer a la luz el descubrimiento.

martes, 5 de mayo de 2009

El gato



Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes
de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.
El gato,
sólo el gato
apareció completo
y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina solo y sabe lo que quiere.

El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato
quiere ser sólo gato
y todo gato es gato
desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.

No hay unidad
como él,
no tienen
la luna ni la flor
tal contextura:
es una sola cosa
como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno
firme y sutil es como
la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos
dejaron una sola
ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño
emperador sin orbe,
conquistador sin patria,
mínimo tigre de salón, nupcial
sultán del cielo
de las tejas eróticas,
el viento del amor
en la intemperie
reclamas
cuando pasas
y posas
cuatro pies delicados
en el suelo,
oliendo,
desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.

Oh fiera independiente
de la casa, arrogante
vestigio de la noche,
perezoso, gimnástico
y ajeno,
profundísimo gato,
policía secreta
de las habitaciones,
insignia
de un
desaparecido terciopelo,
seguramente no hay
enigma
en tu manera,
tal vez no eres misterio,
todo el mundo te sabe y perteneces
al habitante menos misterioso,
tal vez todos lo creen,
todos se creen dueños,
propietarios, tíos
de gatos, compañeros,
colegas,
discípulos o amigos
de su gato.

Yo no.
Yo no suscribo.
Yo no conozco al gato.
Todo lo sé, la vida y su archipiélago,
el mar y la ciudad incalculable,
la botánica,
el gineceo con sus extravíos,
el por y el menos de la matemática,
los embudos volcánicos del mundo,
la cáscara irreal del cocodrilo,
la bondad ignorada del bombero,
el atavismo azul del sacerdote,
pero no puedo descifrar un gato.
Mi razón resbaló en su indiferencia,
sus ojos tienen números de oro.

Pablo Neruda